V DE VENDETTA (james macteguie, 2006)
Evey (Natalie Portman) vive en un Londres totalitario,situado en un futuro no muy lejano, aunque posterior a la Tercera Guerra Mundial. De manera accidental conoce a un extraño enmascarado de nombre "V" (Hugo Weaving), que resulta ser un terrorista-poeta, cuyo objetivo es el de derrocar al represor Estado en el que viven. A partir de este encuentro, Evey se ve involucrada, en un movimiento revolucionario que la llevará a cuestionar a su gobierno, mientras encuentra su objetivo en la vida, siempre arrastrada por la excentricidad del singular enmascarado, que más parece un artista intelectual que un terrorista.

(El resto de la crítica puede contar partes de la pélicula)
Se trata de una película portentosa por donde uno la quiera ver. Ya sea como a una historia de amor, de aventura, una reflexión sobre el arte que es capaz de cambiar al mundo, o una crítica al sistema político actual, centrada en una inglaterra futurista muy parecida a la del presente, pero que sin duda remite también a la política exterior de los EUA. Más allá de poner énfasis en la acción, muy diferente a la de "Matrix", apela a la sensibilidad y a la inteligencia del espectador. Hay citas de Shakespeare por todas partes y la teatralidad llega a tal grado que en ocasiones volvemos a ver a personajes que ya habían muerto.

Creo que a ratos es un poco discursiva, ya que los personajes se toman su tiempo para explicarnos sus motivaciones y la filosofía que está detrás de ellas... pero ¿a quién le importa este detalle insignificante, siendo el producto final tan bueno?Una película poderosa, demoledora, que de ninguna manera puede dejar indiferente al espectador. Sin duda al salir del cine, se antojan algunas reflexiones: en este mundo globalizado, con potencias mundiales que son capaces de invadir cualquier país y restringir sus libertades más elementales, teniendo como único objetivo un interés económico, ¿quienes son los terroristas? ¿los que matan por una idea, aunque esta sea discutible, o los que matan por dinero?No tengo más palabras, todavía no me puedo recuperar de la experiencia de ver "V", algo similar al estado en el que quedé después de ver "Fahrenheit 9?11" de Michael Moore, que independientemente de las alusiones a grandes libros de ciencia ficción como "1984", "Un mundo feliz" o "Fahrenheir 451", "V" cuenta con el plus de que cuando uno cree que ya pasó todo, nos regala con uno de los mejores finales de la historia del cine.¿Se nota que me gustó la película?
Totalmente recomendable para todos los que gusten de ver buen cine de verdad.
Impresionante obra maestra que la perspectiva situara en su lugar adecuado.
estoy deseando verla otra vez. es lo mejor que he visto en muchos tiempo... quiza años... increible...
10/10
 
    
    


 
    
     
    
     
    
     
    
    
 
    
    

 
    
     
    
     
    
     
    
    
 
    
     
    
     
    
     Como parte de un “experimento científico” se introdujo en ese ecosistema a mediados de los sesenta del pasado siglo una especie, la perca del Nilo, ajena por completo a él y sumamente agresiva. El resultado en pocos años fue que la perca se había convertido en la especie dominante en el lago, hasta tal punto que ahora le cuesta encontrar alimento y en ocasiones recurre al canibalismo. Paradójicamente, semejante catástrofe medioambiental supuso para uno de los países bañados por el lago, Tanzania, una oportunidad económica: La venta de perca a la Comunidad Económica y Japón es para la nación africana una de sus mayores fuentes de recursos económicos. ¿Repercute eso en el bienestar de sus habitantes? Sauper filma con una cámara digital el día a día en Mwanza, ciudad donde se recoge la pesca y se distribuye a otros países con aviones de líneas y pilotos procedentes de Europa del Este. Y Mwanza es el infierno. Hambre, sida, muerte en las calles. Ni los occidentales que han auspiciado la exportación de la perca ni las autoridades locales parecen apreciar que los nativos viven, literalmente, de los restos agusanados de pescado que sobran tras el empaquetado del alimento. Pero Sauper va más allá: Los aviones se llevan el pescado. ¿Qué traen cuando vuelven a Tanzania? ¿Cuál es el verdadero negocio bajo la excusa de la exportación? En cualquier caso, ¿cuál es el precio que pagan otros para que nosotros podamos aspirar a tenerlo todo? ¿Ese precio puede incluir la guerra? Estos y otros muchos problemas, cuyas soluciones implicarían una revisión brutal de nuestro estilo de vida, ligado a diario en esta economía globalizada al de los seres humanos más desgraciados de la Tierra, son planteados por Sauper con enorme inteligencia, sugiriendo más que adoctrinando, sin cargar las tintas, dejando que las circunstancias hablen por sí mismas. La grandeza de su mirada reside precisamente en la dificultad de extraer conclusiones fáciles de su trabajo. Como él mismo afirma, "creo que la mayoría de nosotros conocemos los mecanismos de destrucción de nuestra época, pero no podemos fijar sus contornos. Somos incapaces de asumirlo, incapaces de creer lo que sabemos a ciencia cierta". Y queda por citar todavía lo mejor de la película. Y es la delicadeza con que el autor retrata a los habitantes de Mwanza, la sensibilidad que destilan las imágenes de baja calidad, la atmósfera conseguida con paisajes, silencios y reflexiones de los protagonistas directos de la situación. A Sauper le fascina y le inquieta la responsabilidad individual, la complejidad de las motivaciones humanas. Todo ello enriquece su discurso y deja en el aire una sensación que algunos tacharán de pesimista, pero que en realidad viene a afirmar la imposibilidad de señalar culpables y excluirse de las responsabilidades, en vez de revisar los propios comportamientos. Eso no es pesimismo. Es autoexigencia. El espectador debe decidir si está preparado para exigirse algo a sí mismo, dentro y fuera de la sala.
Como parte de un “experimento científico” se introdujo en ese ecosistema a mediados de los sesenta del pasado siglo una especie, la perca del Nilo, ajena por completo a él y sumamente agresiva. El resultado en pocos años fue que la perca se había convertido en la especie dominante en el lago, hasta tal punto que ahora le cuesta encontrar alimento y en ocasiones recurre al canibalismo. Paradójicamente, semejante catástrofe medioambiental supuso para uno de los países bañados por el lago, Tanzania, una oportunidad económica: La venta de perca a la Comunidad Económica y Japón es para la nación africana una de sus mayores fuentes de recursos económicos. ¿Repercute eso en el bienestar de sus habitantes? Sauper filma con una cámara digital el día a día en Mwanza, ciudad donde se recoge la pesca y se distribuye a otros países con aviones de líneas y pilotos procedentes de Europa del Este. Y Mwanza es el infierno. Hambre, sida, muerte en las calles. Ni los occidentales que han auspiciado la exportación de la perca ni las autoridades locales parecen apreciar que los nativos viven, literalmente, de los restos agusanados de pescado que sobran tras el empaquetado del alimento. Pero Sauper va más allá: Los aviones se llevan el pescado. ¿Qué traen cuando vuelven a Tanzania? ¿Cuál es el verdadero negocio bajo la excusa de la exportación? En cualquier caso, ¿cuál es el precio que pagan otros para que nosotros podamos aspirar a tenerlo todo? ¿Ese precio puede incluir la guerra? Estos y otros muchos problemas, cuyas soluciones implicarían una revisión brutal de nuestro estilo de vida, ligado a diario en esta economía globalizada al de los seres humanos más desgraciados de la Tierra, son planteados por Sauper con enorme inteligencia, sugiriendo más que adoctrinando, sin cargar las tintas, dejando que las circunstancias hablen por sí mismas. La grandeza de su mirada reside precisamente en la dificultad de extraer conclusiones fáciles de su trabajo. Como él mismo afirma, "creo que la mayoría de nosotros conocemos los mecanismos de destrucción de nuestra época, pero no podemos fijar sus contornos. Somos incapaces de asumirlo, incapaces de creer lo que sabemos a ciencia cierta". Y queda por citar todavía lo mejor de la película. Y es la delicadeza con que el autor retrata a los habitantes de Mwanza, la sensibilidad que destilan las imágenes de baja calidad, la atmósfera conseguida con paisajes, silencios y reflexiones de los protagonistas directos de la situación. A Sauper le fascina y le inquieta la responsabilidad individual, la complejidad de las motivaciones humanas. Todo ello enriquece su discurso y deja en el aire una sensación que algunos tacharán de pesimista, pero que en realidad viene a afirmar la imposibilidad de señalar culpables y excluirse de las responsabilidades, en vez de revisar los propios comportamientos. Eso no es pesimismo. Es autoexigencia. El espectador debe decidir si está preparado para exigirse algo a sí mismo, dentro y fuera de la sala. 
    
     
    
     
    
    
